• 13 DIC 17

    ¿Las higienes dentales sirven para tratar la periodontitis?

    La profilaxis es una herramienta de prevención frente a la "piorrea", pero en ningún caso sirve para tratarla

    ¿Habías oído que las higienes dentales sirven para tratar la periodontitis o “piorrea”? Es muy probable porque existe cierta confusión al respecto. El motivo es que muchas personas confunden las higienes dentales con los raspados y alisados radiculares (mal llamados “curetajes”). Aunque ambos tratamientos son muy útiles para hacer frente a la enfermedad periodontal, juegan papeles distintos y se emplean en momentos diferentes.   


    Las higienes dentales (también denominadas profilaxis) eliminan la placa bacteriana y el sarro que se acumulan en la superficie de los dientes. También acaban con las manchas superficiales. Para llevarlas a cabo, los dentistas utilizamos aparatos sónicos y ultrasónicos que, a través de ondas vibratorias, rompen el sarro del exterior del diente sin que ello afecte lo más mínimo al esmalte. La propia Real Academia Española (RAE) define profilaxis como “preservación de la enfermedad”, lo que ya nos da una pista de su función como herramienta de prevención frente a la periodontitis.


    Herramienta de prevención, no de cura

    Pero… ¿qué ocurre si ya tenemos periodontitis? ¿Sirven las higienes dentales para tratarla? Rotundamente no. La gingivitis es la forma más leve de las enfermedades periodontales, una inflamación que afecta sólo a la encía y que sí podemos curar mejorando nuestra higiene bucodental y haciéndonos limpiezas profesionales. Sin embargo, la periodontitis o “piorrea” exige un tratamiento más profundo que suele dividirse en tres fases: higiénica o desinflamatoria, correctiva o quirúrgica y, por último, la fase de mantenimiento periodontal. 


    Es en la primera de estas fases donde empleamos los raspados y alisados radiculares, que muchas veces son confundidos con higienes dentales. A diferencia de estas últimas, los raspados y alisados realizan una limpieza más profunda. Su objetivo es eliminar las bolsas periodontales, es decir, aquellas acumulaciones de bacterias que se forman bajo las encías, separándolas de la raíz del diente y destruyendo el hueso que lo rodea. Los raspados y alisados suelen hacerse por cuadrantes, en cuatro sesiones (dependiendo del paciente pueden también hacerse en dos); mientras que las limpiezas se hacen en una única sesión.


    Los raspados y alisados sólo están indicados cuando, tras un sondaje periodontal detectamos inflamación y sangrado en las encías.


    ¿Y los curetajes qué son?

    Los raspados y alisados radiculares son, a menudo, mal llamados “curetajes”. Quizás porque en ambos procedimientos se usan unos instrumentos denominados “curetas”. Pero los curetajes son una técnica quirúrgica que se emplea en la segunda fase del tratamiento periodontal y que sólo es necesaria en casos avanzados de periodontitis. 


    En definitiva, las higienes dentales previenen y pueden curar la gingivitis, pero no curan la periodontitis o “piorrea”. 


    Para no volver a confundir las higienes dentales con los raspados o alisados radiculares podemos parafrasear el refranero popular: Más vale una o dos higienes dentales al año (prevenir) que los raspados o alisados radiculares (curar).